lunes, 12 de octubre de 2009

El desamparo de los medios y comunicadores evangélicos


Recordamos la profesionalidad con la que el periodista Víctor Tiburcio editaba el periódico “El tiempo final”.

Luego vino “Rescate”, mediante el cual el hermano José Medina hacía un trabajo encomiable.

A estos medios se suman revistas como Pentagrama, Visión Global, Prisma, entre otros.

Pero todos desaparecieron.

Es triste decirlo, pero lo cierto es que el ejercicio del periodismo y de escribir dentro de la comunidad evangélica de República Dominicana cuenta con un apoyo muy pobre, lo que ha producido frustración en muchos proyectos e iniciativas de comunicación importantes.

Aunque uno invierte miles de pesos en la edición de un libro o de un medio, la gente lo quiere regalado. Y esto empiece con la mayoría de los líderes, a quienes hay que dárselos de cortesía para obtener su ponderación.

Entre los hermanos, lo más común es tomar la obra y olvidarse de que eso se paga. Si por eso se va al infierno, pues, entonces, el diablo tendrá mucho trabajo en el Tartarus.

Los empresarios evangélicos prefieren, a pesar del alto costo, colocar su publicidad en los medios seculares.

Las instituciones evangélicas no les dan, tampoco, mucha importancia a esto.

Esto genera desestímulo en los comunicadores y escritores locales, algo que va en detrimento de la misma obra de Dios. Se corre gran riesgo invertir cuantiosos recursos en la pluma para, luego, no recibir siquiera el retorno del capital.

Inicié hace poco una investigación profunda sobre una parte de la historia de la iglesia evangélica en el país. Pero al ver que en copias digitales de fotos y textos gastaría más de RD$50,000, sencillamente puse el proyecto a un lado, hasta que Dios haga un milagro.

La consecuencia es que esa parte interesantísima de nuestro patrimonio histórico se quedará oculta para la nueva generación.

No contamos, tampoco, con alguna fundación o entidad que apoye este tipo de iniciativas.

Sencillamente, los obreros de la tinta y de la pluma estamos solos a pesar de la importancia que esto significa para la preservación del proceso histórico e ideológico de la comunidad de creyentes.

Escrito por. Samuel Santana.

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